lunes, 10 de diciembre de 2007

Paula Rego


Era una tarde de sábado cualquiera y por fin me decidí a acercarme al Reina Sofía a ver una exposición de una pintora portuguesa, Paula Rego, de la que me habían hablado. Fui en la más absoluta ignorancia. No sabía nada sobre ella y creo que así fue mejor, porque salí de allí impactada con lo que vi. Esa tarde Paulal Rego me regaló un mundo poblado por personajes extraños y escenas perturbadoras que impactó en mí como una bomba de relojería y me hizo revisar parte de mi pasado infantil, entre otras cosas.

La exposición refleja su trabajo de 52 años a través de un centenar de dibujos, grabados y pinturas. Al principio su obra no me decía nada, los collages y acuarelas de sus comienzos me parecían repeticiones de las obras de algunos artistas del siglo XX, pero al llegar a sus pinturas de gran formato, sobre todo en la época de los 80 y 90 la cosa cambió. Su obra comenzó a hacerse impactante, enorme, original y genial.

Paula Rego es una pintora de historias. De historias extrañas e inquietantes en las que sale a relucir los impulsos más oscuros del subconsciente. En el fondo son fábulas de humor tragicómico. Sus personajes (animales=personas, personas=animales), aparecen como una explicación de un mundo perverso y a la vez comprometido que lo mismo hacen reir que llorar. Para mí lo más impactante: algunas de sus interpretaciones de cuentos infantiles (sus palabras "la infancia es el descubrimiento de la vida, y del miedo"). También fue impactante su estudio del cuerpo, sus escorzos, el gesto de sus personajes...

Paula Rego hizo que una tarde cualquiera las lágrimas asomasen a mis ojos con lo más cotidiano ("El baile"), y esbozase una sonrisa con lo más trágico ("Cenicienta y su madrastra").

domingo, 2 de diciembre de 2007

Mi turno

Muchas veces me ocurre que cuando tengo un problema importante me cuesta hablar de él y menos escribir sobre él. A veces tienen que pasar semanas para poder afrontarlo, pero el hecho de poder hacerlo, quiero decir, hablar o escribir sobre el problema, es por supuesto un signo inequívoco de haberlo superado.
Pues bien, hace unas semanas tuve un problema, para mí bastante importante en el trabajo. Por motivos que serían largos y aburridos de explicar, pasé de trabajar en el turno de mañana al turno de tarde. Esto que puede parecer una banalidad, en mi caso no lo es. Primero porque no es lo que me correspondía, según mi nota mi turno era el de mañana; segundo porque lo que suponía para mí ese cambio de turno era un perjuicio muy grave a nivel personal (no ver a mi familia, cambiar mis planes programados para este año, etc) ; y tercero, un perjuicio económico que para quien no esté en mi situación no puede alcanzar a entender.
Pero a pesar de todo, no es esto lo que más me ha angustiado en este tema. Lo peor ha sido mi relación con mis compañeros y el ambiente en el trabajo. Sin yo quererlo, me he visto envuelta en una guerra que no es la mía y, como una marioneta cualquiera, he sido utilizada como arma arrojadiza de unos contra otros. Sin yo quererlo, he visto cómo gente que no me ha hablado nunca, se interesaba por mí, y cómo gente que me ha hablado siempre ha dejado de hacerlo. Y lo peor de todo, sin yo quererlo, he visto como influía toda esta vorágine en mi persona, haciéndome, en definitiva, ser una persona que no soy. Sin yo quererlo, me he visto reflejada en cierta gente de mi círculo laboral a cuya actitud pensé que nunca llegaría (gente que no tiene ninguna relación personal, está apartada de todo, hace su trabajo si lo hace y poco más).
Para que me podáis entender un poco. Hace años yo tenía un trabajo cuyo contenido me encantaba, un trabajo para mí precioso, gratificante y del que se podría calificar como un trabajo donde te "puedes realizar como profesional". Sin embargo el ambiente laboral era pésimo. Las cuchilladas entre unos y otros eran constantes, las condiciones laborales ínfimas y económicamente la situación era casi del medievo. Por eso decidí jugármela a una carta. Decidí que lo más importante para mí pasaba de ser el contenido de mi trabajo, a las condiciones y el ambiente de trabajo. Por eso llevo cuatro años llevando sobres de un lado a otro sin importarme nada... tan feliz. Mi vida empieza a las 15:01 . Para mí estaba clarísimo: las condiciones y el ambiente laboral eran infinitamente más importantes que todo lo demás.
Pero este problema ha hecho que todo se tambalee, por eso ha sido tan grave para mí. He estado a punto de sucumbir. Casi caigo en lo que yo siempre he despreciado. Casi se me olvida que lo importante son las personas y sobre todo cómo me siento yo y mi gente. Eso es lo importante.
Yo no quiero no sonreir todas las mañanas a la gente que empieza un duro día de trabajo cuando pasan por mi mesa, yo no quiero dejar de abrir las puertas a mis semejantes, de par en par..., yo no quiero dejar de dar los buenos días a la gente de bien (que son la mayoría), yo no quiero dejar de contarle a mis compañeros mis problemas y mi vida..., yo no quiero dejar de escuchar a los demás...Todo esto necesito para ser feliz.
Ahora parece que todo el problema ha terminado... de momento. Por fin he conseguido volver al turno de mañana con lo que ello supone.
Sólo me resta dar las gracias.
A Andrés Villasante, por mirarme con ojos interrogantes de preocupación y complicidad cada tarde que llegaba al trabajo.
A Teresa Tapia por ser la única dispuesta a plantar su firma en un papel para defenderme (la vida nunca dejará de sorprenderme).
A Eugenia García por sus llamadas constantes y su apoyo moral diario. Una de las pocas. No sólo en este tema. Hace ya mucho tiempo que me demostraste ser AMIGA. Una vez me dijiste que sentías una gran confianza hacia mí al contarme algo sobre un tema muy personal. Me pasa lo mismo contigo. Desde que te conocí, nunca has dejado de sorprenderme y de enseñarme cosas maravillosas.
A Inma Bermúdez, tambíen por sus llamadas constantes. Todas han sido de vital importancia, pero guardo en mi memoria una en la que me hiciste estar muy cerca de tí... fue un viernes... utilizaste un plural tan cercano... (no te preocupes Aurora, ya verás como VAMOS a salir de esta, de una forma u otra) y me regalaste además tus dudas sobre tus proyectos de futuro. Intentaré estar a la altura.
A Cele porque a pesar de tu situación, (por tus amistades, imagino que habrás oído cosas que no me favorecen), tampoco he dejado de oir tu voz diariamente apoyándome, incluso para darme ideas para mi defensa. Fuiste la primera persona que me tendió la mano. Tu alegría y tu felicidad diaria siguen siendo para mí un ejemplo a seguir.
A Narciso Barbolla, por tu infinita bondad. El día que me comunicaron mi paso a la tarde, viste mi peor parte, oistes mis gritos y mis malas palabras contra todo y sin embargo no has dejado de mirarme de una forma amigable y fraternal. Tus llamadas también han sido fundamentales para llegar a este punto. Eres de lo mejor que he conocido.
Y por supuesto, gracias a Rafael García, que a pesar de las profundas discusiones decidió montarse en un caballo blanco y venir a salvarme saltando todos los obstáculos que se ponían en su camino. Sólo un príncipe azul como tú podría hacer una cosa así. Cada día sigo dando gracias a Dios por haberte puesto en mi camino. No te puedes hacer una idea de lo que significas para mi.